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Segovia 1930

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Categorías: Documentos y publicaciones

Palabras clave: segovia, siglo XX

Procedencia/Cedido por:
RANME

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Descripción

Segovia es sin duda alguna la ciudad de más limpia estirpe castellana, la que en la incesante sucesión de los tiempos ha sabido armonizar más y mejor el pasado con el presente, la que sin ser conocida todo lo que por su patrimonio merece, va, de día en día, cautivando corazones, ganando prosélitos con la fuerza irresistible de su magnífica situación. Serena y silenciosa como Toledo; piadosa como Avila; monumental como Salamanca; romántica como Valladolid; acogedora y cordial como Burgos, su contemplación produce al visitante singular plenitud emotiva. Es la ciudad castellana por excelencia. Cerca de los Reales Sitios de San Ildefonso o La Granja y Rio frío, sobre la cima de una roca lamida por los ríos Clamores y Eresma, destacándose, atrevida, sobre los circundantes alcores, diríase una gigantesca embarcación cuya arboladura fuese la torre catedralicia que preside la agrupación urbana. Perderse por el laberinto de la ciudad es como ir gozando, a cada paso, de una nueva emoción sugerente; sus calles y callejas pinas y serpenteantes; oscuras y silenciosas plazuelas cual las que inspiraron a Bécquer sus más románticas leyendas; templos románticos y mudéjares; pasadizos misteriosos; señoriales mansiones de blasonados escudos, rejas labradas y salientes aleros; patios bellísimos; puertas monumentales; murallas comidas por las dentelladas del tiempo; todo un tesoro de bellezas pristinas, todo tu conjunto de clásicas edificaciones en las que, como nota característica, predominan las altas y almenadas torres que fueron en antaño defensivas, atalayas. Destacándose del conjunto soberano de la urbe, aparte de otras muchas interesantes edificaciones que servirían sobradamente para dar renombre a la población que tuviera la dicha de poseerlas, existen en Segovia cuatro monumentos de tal proceridad que no es posible sustraerse a su reseña más sucinta aún teniéndonos que ajustar al breve espacio de una crónica periodística: El Monasterio del Parral, el Acueducto, la Catedral y el Alcázar. El Monasterio del Parral fue levantado por la piedad de un magnate, el Marqués de Villena, que, en ocasión de un curioso desafío, encomendó su suerte a la Virgen que ya desde muy antiguo se veneraba en aquel lugar. Gótico, florido, monumental, aunque despojado de sus galas mejores tales como el coro, que fue trasladado a Madrid, a la Real Iglesia de San Francisco el Grande guarda en su interior un tesoro de bellezas que culminan en los arcos, retablos, naves, claustros y, sobre todo, en los maravillosos sepulcros del fundador y de su esposa, que justifican por sí solos, sobradamente, una visita a Segovia. Tras unos años de total abandono se ha iniciado en el Monasterio del Parral una piadosa restauración, En su interior, en una de las capillas de uno de los claustros, se halla establecido el panteón de Segovianos ilustres. El Acueducto es el monumento que más interés y más celebridad presta a la castellana ciudad de que nos ocupamos. Colosal fábrica de berroqueña piedra mandada construir, en el siglo I de nuestra Era, por el Emperador Trajano.

Información Complementaria

Publicación del “MUNDO GRÁFICO”

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